Como es habitual el estudio califica 133 centros urbanos en base a una canasta de 138 productos cotidianos.
En esta edición se registraron fluctuaciones monetarias, incluyendo una caída del dólar estadounidense, que provocaron que África, América y Europa del Este resultaran menos costosas; mientras que en Europa Occidental los precios aumentaron a la par del euro en relación al dólar.
En ese contexto las ciudades europeas desplazaron a Singapur y Osaka, que en marzo se encontraban en la cima del ranking. Asimismo, Singapur registró una caída de su población debido al éxodo de muchos trabajadores extranjeros.
Detrás de París, Hong Kong y Zúrich, que comparten el primer puesto, se ubicaron en el top ten de ciudades más caras Singapur, Osaka y Tel Aviv (empate), Ginebra, Nueva York, Copenhague, y Los Ángeles.
En este estudio se ve que el mayor ascenso fue el de Teherán, del puesto 106 al 79 a raíz del impacto de las sanciones de Estados Unidos sobre los suministros. Mientras que Reykjavik, Río de Janeiro y San Pablo muestran las mayores caídas de precios por su moneda débil y los niveles de pobreza en aumento.
En la otra punta del ranking se posicionaron Damasco, en Siria, como la ciudad con el costo de vida más bajo, seguida por Tashkent de Uzbekistán, Lusaka en Zambia, Caracas en Venezuela y Almaty en Kazajistán.
Los 10 últimos puestos se completaron con Karachi (Pakistán), Buenos Aires (Argentina), Argel (Argelia) y Bangalore y Chennai (India). La explicación de la posición de Buenos Aires se explica porque el gobierno implementó controles de precios durante la pandemia.