Canales, puentes, bicicletas, cúpulas, museos y coloridos mercados son sólo algunos de los tradicionales y numerosos atractivos de Ámsterdam, capital de los Países Bajos.
Por los canales de la historia y el arte
La que en sus orígenes fuera un pequeño pueblo pesquero, hoy es la ciudad más grande del país, y un gran centro financiero y cultural de proyección internacional. Y tiene a la argentina Máxima Zorreguieta como reina desde el 30 de abril de 2013, tras haber contraído matrimonio con el rey Guillermo Alejandro en 2002.
Con el río Amstel como testigo y la tolerancia como estandarte, Ámsterdam atrae a viajeros de todas las latitudes.
PARA COMENZAR.
Sin dudas, la plaza de Dam es el corazón de la ciudad, así como uno de los puntos de encuentro preferidos de sus habitantes. Por lo tanto, a pie o en bicicleta –como es costumbre entre los locales– es el sitio ideal para comenzar a recorrerla y admirar los edificios de gran valor histórico y cultural que la rodean, como el monumental Palacio Real y la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), del siglo XV. Y, justo enfrente el Monumento Nacional, un solemne memorial que recuerda a las víctimas caías en la Segunda Guerra Mundial.
Desde allí se puede continuar por Kalverstraat, la calle comercial más importante. Y luego, andando por Spui, vale la pena visitar el Begijnhof, un hermoso patio con jardín construido para una comunidad religiosa de mujeres: las Beginas.
Es cierto que orientarse en Ámsterdam resulta un poco difícil al principio, debido al sistema de canales que rodea la urbe, en forma de anillos. De manera que lo más aconsejable es tomar las torres de las iglesias como referencia o, mejor aún, las señales que hay en casi todas las esquinas, que no sólo indican la dirección hacia cada atractivo, sino también el tiempo que lleva acceder a ellos.
Eso si la idea es continuar recorriendo la ciudad a pie. Pero lo cierto es que es absolutamente aconsejable tomar un paseo por los canales para completar una primera y consistente impresión de la ciudad, ya que son uno de sus símbolos y poseen un enorme valor histórico y cultural. De hecho, el anillo fue añadido a la lista de Lugares Patrimonio de la Humanidad en 2010.
En ese sentido, vale mencionar que la historia local está directamente relacionada con el agua: los 165 canales se construyeron para estimular el comercio y el transporte, y para recuperar terreno con el objetivo de expandir la urbe.
De modo que navegar por ellos es una forma encantadora de descubrir el destino. Hay varios puntos de salida y llegada distribuidos por toda la ciudad, y la información a bordo de las embarcaciones está disponible en varios idiomas.
Si la idea del viajero es descender en algún o algunos puntos del recorrido y volver a ascender luego, el servicio “hop-on, hop-off” que ofrece la empresa Canal Bus es la opción más conveniente.
Por otra parte, existen operadores que ofrecen cenas a bordo del crucero, con menúes para distintos tipos de presupuestos y pretensiones. Asimismo, se puede contratar un chárter especial para eventos privados, desde botes tradicionales holandeses hasta barcos de vela. Y, si de experiencias únicas se trata, también se ofrece la opción de alquilar un barco y ser el propio capitán (la mayoría no requiere permiso de navegación especial).
LOS MUSEOS.
Conocer Ámsterdam implica necesariamente visitar algunos de sus museos, que son más de 50 –algunos de temáticas asombrosas, como por ejemplo sobre gatos y bolsos– y reciben millones de turistas por año. Lógicamente, es muy difícil visitarlos todos, pero no hay viaje completo si no se ingresa al Rijksmuseum, el Museo van Gogh y la casa de Ana Frank.
Los dos primeros se encuentran en Museimplein (Plaza de los Museos), junto al Stedelijk Museum de Arte Moderno, todos recientemente renovados. También está el Real Concertgebouw, la sala de conciertos orquestales más importante de Ámsterdam, famosa internacionalmente por su acústica y su excepcional orquesta residente.
Esta plaza congrega a multitudes de todo el mundo. Además, allí se realizan retransmisiones de partidos del fútbol holandés en pantalla grande, conciertos y diversos tipos de eventos. En invierno, incluso, cuenta con una pista de patinaje sobre hielo.
Sin embargo, como su nombre lo indica, los grandes convocantes de esta zona de la ciudad son los museos.
El Rijksmuseum ostenta la más grande colección de pinturas del Siglo de Oro holandés, así como una rica colección de arte asiático y egipcio. Aunque el principal atractivo del museo son las obras de Rembrandt: “La ronda de noche”, “La novia judía”, “El árbol de Jesé”, “La muerte de los inocentes” y varios paisajes de la antigua Holanda.
Asimismo, alberga obras de gran valor de casi todos los grandes maestros holandeses de los siglos XV al XVII: Geertgen tot Sint Jans, Lucas van Leyden, Hendrick Goltzius, Frans Hals, Jan Vermeer, Ferdinand Bol, Nicolaes Maes, Guerrit Dou y Jacob Ruysdael. Además de trabajos de artistas de otros países –entre ellos Fra Angélico, Piero di Cosimo, Pedro Pablo Rubens y Francisco de Goya–, dibujos, grabados, porcelanas orientales, mobiliario, pintura moderna y objetos de diseño del siglo XX.
En tanto, el Museo van Gogh ostenta una colección de más de 200 obras del entrañable artista (correspondientes a diferentes periodos de su creación), además de una colección de dibujos y trabajos de otros artistas. Entre las principales obras de la pinacoteca sobresalen “Los comedores de patatas”, “La habitación de Arlés” y una versión de “Los girasoles”.
Por su parte, el Stedelijk Museum alberga obras de Cézanne, Monet, Picasso y Chagall, entre otros.
En el barrio Jordaan, la casa de Ana Frank es un imperdible. Es ahí mismo donde la niña judía tuvo que ocultarse durante la Segunda Guerra Mundial para escapar de la persecución nazi, aunque lamentablemente fue descubierta y trasladada a un campo de concentración. Fue abierta al público en 1960 y luego convertida en museo. Así, se permite recorrer las habitaciones en las que estuvo escondida entre 1942 y 1944, apreciar el diario original de Ana, y acceder a información sobre las condiciones en las que vivió allí –junto a otras siete personas– y sobre quienes los ayudaron.
En tanto, el Museo Municipal de Ámsterdam es ideal para quienes pretenden conocer a fondo la ciudad. La presentación “ADN de Ámsterdam” ofrece una cautivadora visión de la historia local, con imágenes interactivas, sonidos y objetos. Desde 1975 se emplaza en un llamativo edificio en la calle Kalverstraat, que en la Edad Media funcionaba como monasterio y, posteriormente, como orfanato.
Por otro lado, el Museo Hermitage de Ámsterdam –a orillas del río Amstel– es el mayor museo satélite del Hermitage de San Petersburgo. Se encuentra en un edificio precioso, el Amstelhof, a orillas del río Amstel.
Y para los amantes de las figuras de cera, la plaza Dam alberga el Museo Madame Tussauds, que suma efectos multimedia y actores a su célebre muestra.
LA NOCHE.
Bares, restaurantes, discotecas, coffee shops… La oferta es muy amplia en la noche de Ámsterdam. Hay propuestas para todos los gustos e intereses, aunque –sobre todo por curiosidad– el Barrio Rojo es uno de los atractivos ineludibles.
Se llama así por el color de las luces que iluminan los escaparates –cual vidrieras– en los que se exhiben las prostitutas que trabajan en esta zona de la ciudad (cabe mencionar que la prostitución en Países Bajos está legalizada en las zonas designadas para tal fin).
Estos locales también están abiertos de día, pero la máxima afluencia de gente tiene lugar los fines de semana por la noche.
En las inmediaciones también hay diversos clubes que ofrecen espectáculos eróticos, y también sex shops.
La calle más célebre del barrio es Warmoestraat, con sus bares, restaurantes y, al igual que en otras zonas de la ciudad, los coffee shops, donde está permitido el consumo de cannabis y hachís a mayores de 18 años (ver recuadro).
Los visitantes deben saber que en otro tipo de locales generalmente no se permite el consumo de drogas blandas dentro de sus dependencias, y que siendo ilegal y sancionable por ley la venta de todo tipo de drogas duras en la calle.
Otro aspecto a tener en cuenta es que no está permitido fumar tabaco convencional dentro de los coffee shops, debido a las normativas antitabaco.
Por su parte, otro sitio con gran movida nocturna es Rembrandtplein (Plaza Rembrandt), llamada así en honor a Rembrandt van Rijn, quien vivió en una casa cerca de allí entre 1639 y 1656, hoy convertida en museo.
La plaza está dominada por una estatua de Rembrandt, realizada en hierro por el escultor Louis Royer, y rodeada de bares, restaurantes y coffee shops.
EXPERIENCIA GASTRONOMICA.
Si bien Ámsterdam no es una ciudad que sobresalga por su gastronomía, cuenta con una gran variedad de restaurantes. Además, la visita a la ciudad amerita la degustación de platos tradicionales de la cocina holandesa, como el hutspot, un guiso de ternera con puré de papas y zanahorias; la sopa erwtensoep y las bitterballen, unas albóndigas fritas con mostaza. Asimismo, las papas fritas (patat) en conos de papel son muy comunes en los puestos callejeros, al igual que los arenques crudos (maatjes haring), que se venden como tentempié, acompañados de cebolla o pepino.
Los quesos holandeses también son conocidos y buenos, como el gouda y el edam.
Finalmente, la comida rápida sobresale por su enorme oferta, destacándose la cadena Febo con sus numerosas máquinas expendedoras de panchos, croquetas y hamburguesas, entre otros, en cualquier momento del día.
Y quienes se animen a preparar sus propios platos deben saber que los ciudadanos de Ámsterdam suelen proveerse en los mercados que, algunos días de la semana, se instalan en las calles y a orillas de los canales. Son fascinantes; muy coloridos, con buenos precios y una enorme variedad de frutas, verduras, carnes y pescados muy frescos. Además, se venden flores, antigüedades, ropa, cuadros, libros y cuanto uno pueda imaginar.
Por otra parte, vale mencionar que la cerveza es la bebida nacional de Ámsterdam. Una de las variedades holandesas más conocidas es la rubia pilsener. Las marcas más conocidas que la ofrecen son Grolsch y Heineken. Esta última, además, ofrece a los turistas sumergirse en la “Heineken Experience”, en la antigua fábrica de cerveza, ahora equipada con los últimos recursos multimedia para ver, oír, oler, degustar y disfrutar del mundo Heineken.
La visita dura una hora y media y es una actividad ideal para compartir con amigos.
Si bien la idea de implantar una afiliación nacional para el uso de coffee shops en Holanda fue muy publicitada, se decidió que los turistas podrán seguir visitando los de Ámsterdam. El alcalde de esa ciudad tomó esa decisión basándose en el último acuerdo de coalición presentado por el nuevo Consejo de Ministros, en octubre de 2012. El Consejo saliente había propuesto restringir el acceso a los coffee shops a los holandeses que tuvieran un permiso especial. Se trata de un sistema de afiliación que sí comenzó a implementarse en el sur del país.
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