Edimburgo tiene un encanto embriagador difícil de describir con palabras. Se siente apenas uno llega, pero con el transcurso de la estadía uno se enamora y al final de la travesía resulta difícil despedirse.
Edimburgo: misteriosa seducción
La capital de Escocia tiene mucho para conocer, entre monumentos, museos y edificios históricos. Pero también saliéndose de los circuitos tradicionales, vale la pena pasear sin rumbo por sus calles y percibir la atmósfera medieval. Hay que hacer un alto en el recorrido e ingresar a algún pub para dejar pasar las horas mientras se saborea un whisky local. Y mirar hacia el horizonte dominado por el mar y las colinas.
ROYAL MILE, COLUMNA VERTEBRAL DE OLD TOWN.
En Old Town se concentra buena parte de los sitios de interés, la mayoría ubicados en torno a la Royal Mile, la arteria principal. En esta porción de la capital la historia se palpa a cada paso, en sus callejuelas y en sus construcciones históricas. Custodiada en uno y otro extremo por imponentes edificios, el Castillo de Edimburgo y el Palacio de Holyroodhouse, la calle propone un viaje a través de los siglos.
La visita en este rincón de la ciudad debe comenzar en el Castillo de Edimburgo, que corona un risco. Bastión militar y morada de los reyes, sus cimientos se retrotraen al siglo XI. Se recomiendan dos horas para conocer lo más importante de su legado: la capilla de Santa Margarita, la construcción más antigua; los sótanos, que funcionaron como cárceles; David`s Tower, que data del siglo XIV; y la cámara que alberga los Honours of Scotland, es decir, las joyas de la corona.
Cuesta abajo se despliegan otros imperdibles. Desde la torre panorámica de la Camera Obscura uno podrá planear qué rumbo tomar mirando el entorno y toda la Royal Mile. Entre las construcciones históricas más importantes para conocer figura Gladstone´s Land, antaño morada de un importante mercader del siglo XVII. Hoy conserva una bella decoración pictórica, el mobiliario de la época y un sinfín de anécdotas que son relatadas por los guías voluntarios.
El siguiente lugar interesante es la catedral de St. Giles, no tanto por su diseño, ya que carece de gran ornamentación en su interior, sino por su historia. En efecto, este sitio fue el centro de la Reforma escocesa.
Pero hay una faceta de la ciudad que permaneció oculta durante 250 años y que hoy se revela a los visitantes. Se trata de Real Mary King´s Close, un callejón medieval que cuenta con espacios subterráneos donde actualmente se recrea la vida cotidiana de antaño. La puesta en escena se completa con actores que ponen el cuerpo a los antiguos vecinos y aportan una buena dosis de misterio.
Una parada en el National Museum of Scotland vale la pena para profundizar sobre la historia de la nación. Luego de conocer sus salas se recomienda subir a Tower, un restaurante elegante donde probar los mariscos, producto típico de Escocia.
Otro sitio atrayente es Scotch Whisky Experience, donde es posible aprender los secretos de la elaboración de la bebida y hacer una degustación.
Para concluir la visita a la Old Town, el Parlamento es la contracara a la atmósfera medieval, ya que fue inaugurado en 2004. Sorprende su singular diseño pleno de simbología. Por ejemplo, la planta del complejo representa la flor de la democracia arraigada en suelo escocés.
Y llegamos a otro monumento destacado: el Palacio de Holyroodhouse, una residencia fortificada del siglo XVII que hoy funciona como morada de Isabel II. Si bien es interesante la muestra de antigüedades y obras de arte, lo más atractivo es la visita a la alcoba de María Estuardo, hogar de la reina de 1561 a 1567, conectada al dormitorio de su esposo por una escalera secreta. Hay que tener en cuenta que el lugar cierra cuando se encuentra la familia real y durante las ceremonias de Estado.
EL ENCANTO DE NEW TOWN.
En forma paralela a la Old Town se extiende la parte nueva de la ciudad, cuya disposición es muy diferente: las calles son regulares y las edificaciones de líneas georgianas ofrecen un aspecto elegante. Sucede que hasta este lugar se trasladaron las clases más adineradas en el siglo XVIII, luego de que la zona antigua se vio excedida de almas.
Así, este lugar está flanqueado por las Princess Street Gardens, unos jardines que marcan el inicio del recorrido por la Princess Street, la calle comercial, y los sitios de interés que se despliegan en derredor. En particular, se puede pasar por el monumento a Scott, erigido en memoria del novelista; y dos galerías de arte: la Scottish National Gallery, con arte europeo desde el renacimiento hasta el posimpresionismo; y el Royal Scottish Academy.
Por su parte, George St. constituye el epicentro de los restaurantes de categoría y los pubs tradicionales. En las inmediaciones se encuentra The Dogs, un bistró donde se sirven platos sencillos pero de estilo británico. Para saborear una pinta de cerveza, el Oxford Bar es un buen lugar para conocer un pub al estilo tradicional.
TRES IMPERDIBLES.
Si bien la mayoría de los atractivos se encuentra en un radio de ocho cuadras, la ciudad cuenta con tres propuestas algo más alejadas. Una de ellas es Royal Yacht Britannia, embarcación real amarrada en Leith –a 3 km. del centro-, que puede visitarse, y en cuyo interior reina un ambiente discreto y sin estridencias.
La capilla de Rosslyn es otro de los sitios para conocer. Data del siglo XV y ofrece una historia muy particular vinculada a los templarios, con elementos en su interior plenos de simbología. Es famosa, además, por la referencia que se hace de ella en la novela de Dan Brown “El Código Da Vinci”.
Completa la tríada Arthur´Seat, un volcán extinto que ofrece una vista increíble del entorno. Es un buen lugar para relajarse y disfrutar de un picnic.
El encanto embriagador que da inicio a la nota también se relaciona con el halo de misterio que envuelve a Edimburgo. Leyendas de fantasmas, rincones tenebrosos, cementerios, brujas y un sentimiento de miedo… todo eso convive en la capital de Escocia. Por eso, es casi una obligación hacer algún tour con esa temática. Black Hart Story Tellers es una alternativa que asegura momentos escalofriantes. No apto para niños pequeños, el circuito City of the Dead promete encuentros con fantasmas.
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