En sus inicios fue promocionada como la “Suiza argentina” por su estilo arquitectónico y paisajes. Los refugios aledaños se asemejan, es cierto, pero Bariloche tiene lo necesario para ser considerado un destino único por sí mismo. Solo basta con mirar la ciudad desde la cima del cerro Campanario para darse cuenta. Adentrándose un poco más, se puede descubrir la idiosincrasia barilochense caminando su Centro Cívico, probando su gastronomía y, por qué no, aprendiendo de su cultura cervecera.
La ciudad está inmersa en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Esto significa que, mires donde mires, siempre habrá una postal increíble del paisaje. Entre medio de los cerros teñidos por el verde primaveral se pueden observar los picos nevados de la cordillera de los Andes. El Tronador, punto geográfico que delimita la frontera de Argentina con Chile, puede verse en todo su esplendor navegando por el brazo de la Tristeza del lago Nahuel Huapi. Los lagos definitivamente completan la postal, ya que están en perfecta sintonía con el cielo azul y le aportan muchísimo a la estética visual.
BARILOCHE EN VERANO.
En Bariloche se conjuga la perfecta combinación entre playa y montañas. Con las altas temperaturas, el Nahuel Huapi se transforma en el lugar ideal para relajarse sus playas. Éstas forman un circuito que permite el relax y la inmersión en el turismo aventura con senderos de trekking y bicicletas para recorrer cada rincón de los cerros. Aquí hay que destacar dos opciones: Playa Bonita y Bahía Serena.
La primera es un espacio acondicionado para poder pasar el día entero. Ha habido una fuerte apuesta por la infraestructura y se han abierto opciones de bares y restaurantes. Bahía Serena, por su parte, es un lugar mucho más tranquilo. Su agua cálida y de arena fina para entrar al lago, la hace ideal para los más pequeños.
En cuanto a actividades gratuitas, el sendero del brazo Tristeza es muy interesante y accesible para todas las personas. Se trata de una caminata de 45 minutos que dan acceso a una de las mejores vistas de la bahía López. Si se contrata un servicio particular, se puede almorzar o disfrutar de una merienda al aire libre. También existe la posibilidad de navegar por el brazo de la Tristeza, pero para eso se necesita contar con una lancha o contratar un servicio con guía que además realiza un emocionante paseo por el bosque.
De todas formas, si de paisajes se trata, pocos lugares brindan una panorámica de Bariloche como el cerro Campanario. El ascenso se realiza a través de un sendero, aunque se puede pagar para llegar a la cima en aerosilla. El trayecto merece ser recorrido y es accesible para cualquier persona. Una vez arriba, se pueden observar con precisión los distintos barrios de la ciudad. El lugar cuenta con mapas interactivos para que se pueda aprender un poco de los lugares avistados.
Por último, cabe destacar los puntos clásicos de la zona, como la posibilidad de recorrer el Circuito Chico en bicicleta o conocer las actividades que se realizan en el cerro Catedral en verano..
CONOCIENDO EL CORREDOR ANDINO.
Bariloche está conectado con la famosa Ruta Nacional 40. Esto significa que tanto en el norte como en el sur hay pueblos que valen la pena conocer. Hacia el norte se encuentra Villa La Angostura con su maravillosa ruta de los Siete Lagos. Pero al sur está lo que se conoce como el Corredor Andino. Muy cerca de El Bolsón hay dos localidades llamadas El Hoyo y Lago Puelo.
En el primer enclave yace el Laberinto Patagónico, una actividad ideal para emprender con chicos. Es una gran estructura construida a base de cipreses que se puede recorrer en 15 o 30 minutos, luego hay suficiente espacio como para pasar una tarde al aire libre apreciando las montañas que lo rodean. Lago Puelo, por su parte, es ideal para pasar un día de campo. Hay muchísimas chacras que ofrecen sus instalaciones para que los turistas puedan vivir la experiencia de cosechar sus propios alimentos y disfrutar de un cordero en la misma mesa que los dueños de la estancia compartiendo experiencias.
SABORES PATAGÓNICOS.
La Patagonia y la gastronomía van prácticamente de la mano. Vayas a donde vayas, cualquier comida que pruebes va a estar hecha con productos regionales. Se trata de la mejor forma que tienen los grandes comercios gastronómicos de apoyar a los productores locales.
Los locales más destacados son el Llao-Llao, que ofrece en el bar Lago Moreno sushi de jueves a domingo y tapeos de lunes a miércoles; y el restaurante Quiven, que propone una cena de siete pasos con un estilo patagónico-gourmet.
Para concluir, quienes son fanáticos de la cerveza, pueden realizar el famoso tour cervecero para aprender acerca el legendario proceso de elaboración de la bebida en locales como Wesley, Gilbert y Patagonia, además de probar sus distintas variedades.